Primer informe de gobierno en Nuevo Laredo.La liturgia de Carmen Lilia Canturosas. Por Jorge Chávez Mijares.
- locurascuerdas1
- 15 sept
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Primer informe de gobierno en Nuevo Laredo.
La liturgia de Carmen Lilia Canturosas.
Por Jorge Chávez Mijares.

Benévolo lector, el Teatro Principal del Centro Cultural de Nuevo Laredo se convirtió en la tarde del 12 de septiembre en un santuario cívico donde la política se vistió de rito. Las butacas, encendidas a todo con el guinda de Morena, parecían prolongar la identidad de un régimen que se proclama como continuidad histórica.
Allí entró Carmen Lilia Canturosas Villarreal, enfundada en un conjunto sastre de tono claro que contrastaba con la intensidad cromática del recinto, irradiando la pulcritud de una sacerdotisa laica que oficia en nombre del pueblo. No era un simple primer informe del segundo periodo: con cálculo político y maestría narrativa, la alcaldesa dobló el tiempo y lo extendió como un telón, trayendo consigo los tres años de su primera administración para fundirlos con el presente.
Así, lo que debía ser la crónica de doce meses se convirtió en la proclamación de casi cuatro años de transformación ininterrumpida, repetida bajo un mismo signo: la Cuarta Transformación, concepto que resonó varias veces en su discurso y que impregnaba la ambientación como un perfume ideológico.
El ritual comenzó con los saludos, enumeración solemne de presencias que parecían invocar a la paridad del poder: seis mujeres y once hombres, un total de diecisiete invitados, entre ellos once diputados locales, algunos de ellos y ellas no asisten al informe del alcalde de su ciudad, ¿inmadurez política?, puede ser. Entre los invitados iban dos alcaldes, Victoria y Burgos, todos ellos convocados a ser testigos del rito político. El cabildo, con síndicos y regidores, recibió su reconocimiento; a su lado, la representante del gobernador Américo Villarreal, la doctora Silvia Casas González, símbolo del puente entre lo estatal y lo municipal. La voz de la alcaldesa vibraba en las paredes del teatro como campanas cívicas, anunciando que Nuevo Laredo no era ya un municipio en tránsito, sino un ejemplo estatal y nacional.
Sesudo lector, las finanzas fueron el primer altar levantado en la liturgia. Con orgullo proclamó la calificación crediticia triple A otorgada por Fitch Ratings, la más alta posible, como si el nombre de la ciudad se hubiese escrito en letras de oro en los registros financieros del país. Prometió liquidar la deuda heredada de 580 millones de pesos, exorcizando los fantasmas de los malos gobiernos y ofreciendo a su pueblo la certeza de un futuro limpio. Con una inversión total de 5,691 millones de pesos y más de 1,216 obras ejecutadas, la administración se dibujó a sí misma como un constructor incansable, un arquitecto colectivo que transforma recursos en legado.
Ya en detalles, comenzó por mencionar el alumbrado, con el programa “Nuevo Laredo se prende”, iluminó el discurso: 33 mil luminarias LED que no eran solo focos, sino estrellas urbanas que arrancaban la oscuridad a la ciudad. Después mencionó el bacheo, la pavimentación y el desagüe pluvial, todas estas acciones se presentaron como ofrendas contra la adversidad, promesas cumplidas de que las lluvias no volverán a ser castigo, sino recuerdo de un tiempo superado. Los espacios públicos recuperados —52 en total— y la rehabilitación del parque Península del Laguito, con 103 millones invertidos, fueron presentados como resurrecciones: lugares abandonados convertidos en jardines de convivencia, memoria de un municipio que se niega al abandono.
La modernización de la avenida Reforma, la magna obra del libramiento Mex 2 con 246 millones de inversión municipal y el avance de las plantas tratadoras de aguas residuales fueron narrados como epopeyas. El agua se convirtió en símbolo de vida y trascendencia: el proyecto de la planta “Pitar”, la línea morada para reutilizar agua tratada y el reconocimiento de la ONU Mujeres elevaron a Nuevo Laredo a la categoría de referente internacional. La alcaldesa hablaba de drenajes y colectores, pero lo que el público escuchaba era la promesa de que el río Bravo y los mantos acuíferos se salvarían de la contaminación y del olvido.
Imaginativo lector, el verde también tuvo su lugar en la ceremonia. Con el programa “Arboleando NLD” se plantaron 1,632 árboles en el 2025, cada uno presentado como semilla de esperanza contra el cambio climático. La recolección de basura y la captación de PET en cooperación con Laredo, Texas, fueron exaltadas como ejemplo de hermandad binacional, mientras que la contratación de una nueva empresa de limpia municipal fue narrada como un acto de dignificación de la ciudad, espejo de sí misma.
Me quedó claro que la alcaldesa no olvidó el plano urbano: muy orgullosa se presentó como miembro del Consejo Nacional de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, colocando a Nuevo Laredo en la agenda nacional. Educación, deporte y cultura se entrelazaron como un tríptico: 414 millones invertidos en 213 planteles; una preparatoria municipal autosustentable; la Infoteca Sor Juana Inés de la Cruz como templo del saber; el planetario y museo de ciencia y tecnología “El Tanque” como faro de conocimiento para las futuras generaciones. El deporte, con el gimnasio multidisciplinario, el centro de alto rendimiento y las canchas renovadas, fue presentado como promesa de gloria para los atletas neolaredenses.
Muy oronda mencionó las becas municipales, orgullo y emblema de la ciudad, fueron relatadas como cascadas de oportunidades: más de 28,000 estudiantes beneficiados, 263 millones de pesos invertidos, títulos profesionales asegurados para quienes antes veían truncos sus sueños. Los apoyos a maestros, el transporte escolar, las guías didácticas y las 13 clínicas UNE se hilvanaron en el discurso como un tejido de cuidado y acompañamiento. La alcaldesa se proclamó cercana a la gente, con el programa “Presidencia cerquita de ti”, atendiendo a 35,000 neolaredenses en seis meses, como si cada ciudadano fuera una extensión de su propia familia.
El combate a la pobreza fue celebrado como triunfo colectivo. Recordó los logros nacionales de Andrés Manuel López Obrador y los avances estatales de Américo Villarreal, enlazando su propia gestión a esa narrativa mayor: 55,000 apoyos alimentarios entregados mensualmente en Nuevo Laredo. El DIF municipal, encabezado por su hermana Claudia Ivett Canturosas, recibió su aplauso; lo mismo el sistema estatal a cargo de la doctora María Santiago de Villarreal. La agenda de género, con el trabajo del Immujer y de su otra hermana, Cinthia Canturosas Villarreal, fue evocada como compromiso profundo con las mujeres de la ciudad.
La economía fue presentada como un horizonte en expansión: más de 300 millones de dólares en inversión privada, 3,500 empleos directos, créditos a Pymes por más de 554 millones de pesos y el programa “Hecho en NLD” como sello de orgullo local. La ganadería recibió su espacio, con el programa de mejoramiento genético y el laboratorio de diagnóstico zoosanitario. La hermandad con Laredo, Texas, fue proclamada con solemnidad: dos Laredos, un mismo corazón económico y cultural. Y en tono internacional, la alcaldesa recordó su intervención en la ONU, presentando a Nuevo Laredo como referente global en agua limpia y saneamiento, antes de rendir pleitesía total a la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien describió como mujer líder, inteligente y con carácter.
En un tono que humanizó y sensibilizó, los agradecimientos cerraron la liturgia en tono íntimo: a su madre Claudette Villarreal, a sus hermanos Carlos, Claudette y Cynthia —todos con inicial “C”, como ella—, a su padre recordado en el cielo, a su esposo Óscar Mario Hinojosa, descrito como “el mayor supervisor de la ciudad”, y a sus hijos, Óscar Mario, Carlos y Carmen Lilia, motor de su vida y espejo de su vocación. Cada nombre pronunciado fue un destello de humanidad, un recordatorio de que detrás de la alcaldesa estaba la hija, la hermana, la madre.
Querido y dilecto lector, el discurso culminó como un río que desemboca en mar: proclamando a Nuevo Laredo como capital del comercio internacional, como protagonista de la historia y no simple testigo, como semilla de majestuosidad y ejemplo nacional de transformación. “Juntos lo hacemos posible y juntos lo haremos posible”, dijo en presente continuo y en futuro, mientras el recinto estallaba en aplausos que parecían no terminar.
El guinda seguía en el aire, como un halo que envolvía a la ciudad entera, y la Cuarta Transformación, mencionada en el discurso de la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas, repetida como conjuro, se quedaba flotando en las paredes del teatro como una promesa perpetua.
El tiempo hablará.








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