top of page

La semana de la Comunicación en la Universidad de Matamoros. Opinión de jorge Chávez en locurascuerdas.mx

  • locurascuerdas1
  • 21 may
  • 4 Min. de lectura

La semana de la Comunicación en la Universidad de Matamoros.

Opinión de jorge Chávez en locurascuerdas.mx



El miércoles 30 de abril, a las 11:06 AM recibí un mensaje vía WhatsApp de mi tocayo Jorge Gallegos en el que me invitaba a participar en la Semana de la Comunicación de la Universidad de Matamoros. El evento sería del 19 al 22 de mayo en el aula magna de la misma institución universitaria, con el eslogan retador de “Desarrolla tu creatividad y desafía tu talento”. Mi participación en particular se llevaría a cabo el martes 20 de mayo. Encantado acepté con el tema: El Comunicador, ¿Nace o se hace?

Debo mencionar que el tema escogido era solo el dichoso pretexto para dialogar con los jóvenes universitarios, procurando de mi parte una relación simbiótica en el que el beneficiario fuera yo, pues el contacto con la impetuosidad e irreverencia propia de los jóvenes nos ayuda sustancialmente a los adultos a entender mucha de la naturaleza humana, sobre todo en el mundo de las ideas que, si no nos exponemos a nuevas formas de ver la vida, corremos el riesgo de anquilosarnos en nuestra manera de verla y sin darnos cuenta alejarnos de la realidad cambiante, entendiendo y asumiendo que lo único constante es precisamente que todo cambia.

Y como no hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se venza, el día programado llegó inexorablemente, como llega todo lo que tiene que llegar. Debo mencionar que a este Simposio también fue invitado mi amigo el periodista Eleazar Ávila a quien me une, en el mundo de las ideas, muchas coincidencias pero también muchas diferencias, es un tipo que me reta y que me obliga a opinar con conocimiento.

Llegamos juntos al campus universitario y, algo que me pareció muy grato, fuimos recibidos por una comitiva formada exclusivamente por alumnos que nos llevaron amablemente a una sala previa muy bien equipada para servir de recepción y de estudio de grabación. El entusiasmo juvenil gravitaba en el ambiente y la nobleza de los alumnos frente a la adultez de Eleazar y la mía me dejo gratamente fascinado. Pude constatar su hambre de conocimiento pues nos hacían preguntas que tenían que ver con la carrera de periodista.

En un principio quien tomo la palabra fue Eleazar, quienes lo conocemos sabemos que se comporta como Lázaro Cárdenas con el petróleo, expropia la palabra y difícilmente la suelta. Ante las primeras preguntas de nuestros jóvenes anfitriones yo tome una postura de estoica resignación a quedarme en silencio permitiendo que su voz dominara el dialogo, o ¿debo decir monólogo?

Después de un rato me invadió la tentación de hablar y, como he aprendido a lo largo de la vida que la única manera de librarse de la tentación es rendirse a ella (Oscar Wilde dixet) en una llamada que recibió mi admirable amigo a su celular sumamente inteligente, me colé en la dialéctica con nuestros jóvenes hospedadores y pude sembrar en ellos algunas ideas que me pajareaban en mi mente. El ambiente me comenzaba a gustar y comencé a sentir en mí la deliciosa sensación del deleite que da estar frente a una comunidad universitaria que aspira a la excelencia en su trabajo.

Llegado el tiempo indicado nos llevaron a su Aula Magna. Entramos a un espacio pletórico de alumnos que me recordó el Ágora de los griegos, esa plaza pública donde se daban intercambios de ideas, discursos y debates. Sentí en mí la emoción que da la certeza de saber que estaba en el lugar correcto. “Coincidir” de Armando Manzanero dice: “Tantos siglos, tanto espacio y coincidir”, una reflexión profunda y poética sobre el azar y el destino, que en ese momento, sin que los alumnos supieran, pensé en lo extraordinario que era, el que yo coincidiera con ellos en ese tiempo, martes, y en ese espacio de su escuela para encontrarnos, querernos mutuamente aunque sea en forma fugaz, y compartir un dialogo significativo a pesar de la inmensidad del universo y de la diferencia de nuestras edades. Ellos no lo supieron pero me hicieron pensar en mis hijos y eso siempre me conquista.

Me quede gratamente sorprendido por la organización del evento. Me impacto el entusiasmo y la buena voluntad de todos ellos por querer aprender, acción que percibí desde el principio y que me hizo sentir el peso del compromiso de no decir sandeces en mi exposición. La decoración del lugar transpiraba juventud e innovación y quizá hasta una grata y poética irreverencia, digna y propia de los jóvenes.

Su educación y finura fue superlativa pues usaron la semiótica de un semáforo para medirnos con el tiempo de exposición. La elegancia de no “incomodarnos” con eso de “ya se le acabo el tiempo” lo dejaron a nuestro criterio pues en verde podíamos seguir exponiendo, ya en amarillo era el momento para comenzar a cerrar. Simplemente maravilloso.

Debo mencionar que me pareció un espacio fenomenal para exponer la diversidad de ideas, creo que de mantenerse la calidad de la organización, este siclo de platicas bien podría convertirse en un referente que fortalezca a la Universidad de Matamoros como la Atenas de Tamaulipas, un lugar donde se puedan debatir las ideas de altura.

No mencionaré el contenido de mi plática pues el tema de la presente columna no soy yo, son ellos, los encantadores alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Matamoros dirigidos y guiados por la Lic. Dora Emilia Zurita Rebollo, Directora de su Alma Mater. Todos los indicios marcan que serán excelentes profesionistas. Gracias por su invitación. Que se repita.

El tiempo hablará.

Comments


bottom of page